Caía el 11 de enero del año 1996 cuando vi por primera vez la luz del mundo. Sería ahí cuando empezara mi camino hasta ser quien soy hoy, así que, ¿por qué no me acompañas en este viaje por mi vida?
“En el vasto escenario de la vida, eres el director de tu propia historia. ¡Levántate cada mañana con determinación, persigue tus sueños con valentía y convierte cada obstáculo en una oportunidad para brillar con aún más fuerza!”
Me considero una persona normal, con sus gustos, aficiones, días buenos y no tan buenos, como todos en este planeta tan maravilloso. Y sí, maravilloso porque soy un aficionado a la astronomía desde pequeñito. El observar la luna y las estrellas (a veces también el sol aunque me quedara ciego por momentos) y preguntarme qué hacen allí o qué tipo de estrella estaba viendo en el cielo me despertaba una curiosidad que no solía tener con nada. Imaginarme la inmensidad del espacio que me mostraban los cientos de documentales que veía o las enciclopedias que me leía y no llegar a comprenderlo por mucho que me empeñara repercutía en un afán más grande aún por buscar ese camino que me ayudara a entender un poco el por qué y el como.
No sabría decir con exactitud que me mueve a tener tal admiración por el cosmos, tal vez sea la absoluta belleza y complejidad que muestra cuando te adentras un poquito en él, o tal vez la energía tan bonita, buena y pura que manifiesto y vibra dentro de mí cuando lo observo sin pensar en nada.

No obstante la base de mi persona no queda ahí solamente, siempre he sido alguien inquieto, que no puede tener el culo quieto vaya, siendo el deporte una vía magnífica para canalizar toda esa energía y a la vez para relacionarme con personas dentro del mismo círculo social que a mí me gustaba, conociendo a muchísima gente y haciendo un montón de amigos, los cuales hoy día siguen presentes.
A lo largo de mi vida y hasta el día presente he practicado una gran variedad de deportes. Tenis, pádel, baloncesto, balonmano… siendo el fútbol y la natación los reyes, y en los que más tiempo dediqué, consiguiendo en este último a parte de logros deportivos (podios en campeonatos autonómicos de Extremadura, clasificaciones, mejores marcas personales…) una satisfacción personal difícilmente comparable a nada que haya experimentado hasta entonces, ya que la natación es mayoritariamente un deporte individual, no dependiendo de nadie más que de ti y de tu esfuerzo a la hora de conseguir resultados y ganar. Pero como he comentado, en toda mayoría siempre existe algo que falta, esa minoría, y es que en natación aunque la individualidad sea la que ejerza la mayor fuerza, tu equipo depende de ti para conseguir resultados, por lo que te exige ese plus extra que se da en deportes de equipo, sin serlo. Siempre estaré agradecido con esta disciplina, ya que fue la base y el comienzo del desarrollo de aptitudes como la constancia, la resiliencia, el esfuerzo, el compañerismo, el trabajo en equipo y el respeto.

Bien es de decir que no soy persona que se limite a realizar una sola actividad, y en mi vida hay una que es la que abarca sin duda una mayor línea temporal, la música.
Desde aproximadamente que tenía 12 años empecé a estudiar música y a aprender a tocar un instrumento en la escuela de música de la banda de mi pueblo, Puebla de la Calzada, aunque realmente desde que tenía uso de razón me ha apasionado la música y los sonidos, fabricando baterías con cubos, latas de aceitunas y cajas (de los vecinos no digo nada). Desde el día que empecé formalmente a estudiarla supuso un punto de inflexión en mi vida, ya que no sólo sirve como ejercicio mental, si no como terapia. Bien es sabido de las bondades y los aspectos tan positivos que tiene la música, pero mi paso por diferentes agrupaciones me permitió explorar y aprender diferentes tipos de instrumentos los cuales de no haber sido por ese recorrido seguramente nunca me hubiera planteado si quiera el pensarlos, desde clarinete, tambor, xilófono o lira, hasta trompeta, corneta o bombardino. Personalmente tengo gran afición por la música cofrade, disciplina la cual exige un compromiso y un esfuerzo enorme para tocar música a nivel amateur debido a la cantidad de ensayos y de eventos, pero que a la vez me reconforta y recarga de energía contra los momentos más difíciles que puede dar la vida.
He vivido mil anécdotas y momentos en todos los años que llevo como músico, (años que todavía siguen contando puesto que actualmente sigo ejerciendo, estudiando y practicando para ser cada vez un poquito mejor) y seguro que viviré otros mil más, pero sin duda, con el que me quedo es con el día que conseguí el objetivo con el que llevaba soñando desde pequeño, ese sueño que era inalcanzable tanto por las condiciones geográficas como personales, siendo este el día en el que pasé a formar parte de la banda de cornetas y tambores Nuestra Señora de la Victoria “La Cigarreras”. Cualquier músico y no músico habrá escuchado alguna vez el nombre de dicha banda, y si ha tenido suerte también la habrá escuchado en directo, hablamos de una de las bandas de cornetas y tambores más prestigiosa dentro del mundo cofrade, si no la que más, destacando por su increíble sonoridad, musicalidad y profesionalidad al interpretar y trabajar, adjetivos los cuales exige muchísima disciplina al músico… ¡y qué suerte!, porque no es de otra manera que se consigue ser el mejor, tanto en la música como en cualquier aspecto de la vida diaria.

Y profesionalmente, ¿qué es de mí?. Pues bien, mi historia académica empieza donde empieza la de cualquier chaval, de la guardería al colegio, del colegio al instituto, y del instituto a la un..Al instituto, exacto, yo no he estudiado carrera universitaria, y esto tiene una explicación muy sencilla, pero hay que remontarse tiempo atrás. Desde siempre he sido una persona con las ideas muy claras, siendo pequeñito me fascinaba la construcción, el diseñar casas, túneles, atracciones de feria e incluso estadios de fútbol, siendo tal el caso de llevarlo a la realidad que construía todas estas edificaciones (de aquella manera) para que mi hámster pudiera corretearlas y explorarlas. Lo tenía claro, quería ser arquitecto, peeeero había un problema, las matemáticas, disciplina la cual no le tenía especial cariño. Al cursar bachillerato, esos dos años tan odiados por todos, me di cuenta que toda mi juventud estuve engañándome a mí mismo sobre mi verdadera pasión, y es que no me gustaba construir, lo que realmente me gustaba era diseñar, plasmar todo lo descrito anteriormente en mapas, en programas de ordenador, hacerlos bonitos, coloridos e impresionantes. Me encantaba crear escenas de luz en los estadios que construía y formas exteriores a los aledaños dignas de una obra de Picasso. Era tanta la ceguera que tenía, que fue en ese momento en el que empecé a valorar el blog que diseñé en TIC sobre las construcciones más asombrosas del S.XXI (el cual era flipante), las fotos editadas con el Photoshop de aquella época o las maquetas realizadas con materiales que encontrábamos por el parque de al lado de mi instituto. Yo no quería construir, yo quería diseñar.
¿Pero que sucede cuando se junta la inseguridad propia de una persona de 18 años y las sugerencias de los orientadores?, pues que eliges el camino “correcto”. Cambié la dirección de mis pensamientos radicalmente, en ese momento fue el “boom” de las energías renovables, así que ante la incertidumbre y la duda de como sería mi futuro como diseñador (de videojuegos en este caso), decidí apostar por el verde, y estudié dos grados superiores, el primero de eficiencia energética y energía solar térmica, y el segundo de energías renovables. ¿Y por qué no entraste en la universidad? os preguntaréis, pues bien, porque veo en la calidad de conocimiento que adquieras en la formación superior sobre un específico y concreto una diferencia muy grande respecto a una carrera. Vas al grano y a lo hecho, a lo importante y práctico, filosofía que llevo a rajatabla en absolutamente todo lo que acontece mi vida. Valoro muchísimo el tiempo, de ahí mi faceta autodidacta también.
Al terminar los estudios costó, pero acabé dedicándome a lo que me había formado, y fue aquí donde me lleve el primer golpe, que por seguro todos los que lean este artículo se lo habrán llevado, y no es otro que el golpe de realidad cuando pasas de la formación teórica al trabajo práctico, y es que cuando empecé sentí que no sabía nada, y no es que no lo supiera, si no que todavía no tenía desarrollada la habilidad más importante que una persona pueda tener, la habilidad de adaptarse al medio y a las situaciones. Gracias a la experiencia laboral que obtuve y sigo obteniendo, cada vez voy haciendo mas fuerte dicha habilidad junto a otras de igual importancia, pero que ya conocía de antes. Y es este el punto de mi vida en el que vuelve a florecer esa pasión que tenía de más pequeño, pero estamos en un escenario diferente. ¿Qué podría ocurrir si mezclamos pasión, seguridad y experiencia?, pues que ya no dudas del camino que quieres elegir, y así fue, decidí ser la persone que quise pero no pude.
Comencé a estudiar diseño gráfico.
Al principio fue por mi cuenta, en las tardes libres que me permitía tener mi trabajo, con videos de YouTube y tutoriales fui adentrándome en la actualidad del diseño, en las personas más relevantes y las disciplinas que existían, así como en el manejo de los programas más profesionales. Me sentí genial, súper motivado, con mil millones de ideas y planes de futuro, por lo que decidí dar un paso al frente y estudiar en serio, por lo que comencé un curso de diseño gráfico en la academia Master D, curso de un año de duración que me plantearía un reto personal y profesional, ya que tenía que compaginarlo con mi trabajo, mi vida personal y la música. Por supuesto lo finalicé con matrícula, porque cuando haces lo que te apasiona, se nota y mucho.

Actualmente tengo varios proyectos entre manos, tanto profesionales como académicos, los cuales son fuente de motivación para ser cada día alguien mejor, más productivo y más feliz.

